Los 4 caballos de Troya contra la infancia

La infancia chilena atraviesa una crisis silenciosa, qué duda cabe, el problema es que se lo han edulcorado como algo modernizador, “acorde a nuestros tiempos”, y necesario, pero…necesario para quién o para qué. Bajo el disfraz de la protección y el progreso, una agenda ideológica impulsada por la izquierda de Boric y el complot entre el marxismo tradicional comunista y el que representa la deconstrucción con los progresistas desestabilizadores, ha capturado la legislación, transformando radicalmente los conceptos de dignidad, autonomía, identidad e igualdad que debieran proteger a nuestros niños. Cuatro leyes en estos últimos años operan como caballos de Troya que me gustaría que retuviera: la Ley de Cuidados, la Ley de Entrevistas Videograbadas, la Ley de Garantías de la Niñez y la Ley de Educación Sexual Integral. Esta columna no pretende explicar, en el detalle que merece, cada una de ellas, pero le servirá para tener el macabro contexto al que nuestros niños chilenos están siendo expuestos, sin el consentimiento de los padres, cuyos cambios se han hecho entre “gallos y media noche” como diríamos coloquialmente y con el beneplácito de sectores que se dicen defensores de los valores tradicionales. El próximo gobierno enfrenta una tarea ineludible: restaurar los derechos fundamentales que estas normativas han erosionado.

1.-La Ley de Cuidados: Estatización de la Crianza

La Ley de Cuidados representa la intrusión del Estado en el núcleo familiar bajo premisas engañosas. Primero, deconstruye la dignidad al transformar la maternidad y paternidad en meras «labores de cuidado», reduciendo el vínculo sagrado entre padres e hijos a una transacción económica susceptible de redistribución estatal. Segundo, vulnera la autonomía familiar al establecer que el Estado debe «garantizar» estos cuidados, desplazando la autoridad parental hacia burocracias que determinarán qué constituye un cuidado adecuado. Tercero, erosiona la igualdad auténtica al imponer modelos uniformes que niegan las diversas realidades socioeconómicas y culturales, privilegiando una visión ideologizada donde todas las formas de crianza deben ajustarse a estándares progresistas que desprecian tradiciones y valores familiares consolidados.

2.-La Ley de Entrevistas Videograbadas: El Niño como Instrumento

Esta normativa, presentada como protección procesal, convierte a los menores en instrumentos del sistema judicial. Primero, pervierte la dignidad infantil al exponer a niños a protocolos que priorizan la eficacia probatoria sobre su bienestar emocional, transformándolos en evidencia viviente antes que sujetos vulnerables que requieren contención. Segundo, aniquila su autonomía mediante la figura de «facilitadores» que, lejos de ser neutrales, operan con sesgos ideológicos que pueden dirigir testimonios hacia conclusiones predeterminadas, especialmente en casos donde se disputan custodia o se cuestionan valores parentales tradicionales. La grabación perpetua de momentos traumáticos, supuestamente para «evitar revictimización», crea en realidad un archivo permanente de dolor que acompañará al menor indefinidamente, negándole el derecho al olvido sanador.

3.-La Ley de Garantías de la Niñez: Hiperautonomía Destructiva

Esta legislación consagra la paradoja más peligrosa: otorgar autonomía absoluta a quienes, por definición, carecen de la madurez para ejercerla. Primero, distorsiona la identidad al permitir que menores tomen decisiones trascendentes sin consentimiento parental, incluyendo cambios registrales de identidad de género, negando la realidad biológica y psicológica del desarrollo infantil. Segundo, destruye la autonomía verdadera al confundir libertad con abandono: un niño «empoderado» para decidir sobre su sexualidad, tratamientos hormonales o procedimientos médicos irreversibles no está siendo liberado, sino despojado de la protección adulta que garantiza decisiones informadas y maduras. Tercero, subvierte la igualdad al crear castas de menores «conscientizados» según ideologías de género versus aquellos que mantienen identidades tradicionales, generando discriminación inversa donde cuestionar el dogma progresista se tipifica como violencia.

4.-La Ley de Educación Sexual Integral: Adoctrinamiento Encubierto

El último caballo de Troya es el más insidioso. Primero, corrompe la dignidad al exponer a niños a contenidos sexualizados prematuramente, bajo la falacia de que la información temprana previene abusos, cuando en realidad normaliza conductas para las cuales no están preparados psicológicamente. Segundo, cancela la autonomía parental al impedir que las familias decidan cuándo y cómo abordar estos temas, imponiendo un currículum ideológico que presenta como «integral» lo que es meramente adoctrinamiento en teorías de género fluido, derechos reproductivos radicales y deconstrucción de la familia tradicional. Tercero, aniquila la identidad natural al sembrar confusión sistemática sobre la biología, presentando el sexo como «asignado al nacer» y no como realidad objetiva, destruyendo la autocomprensión básica que permite el desarrollo sano.

Como se puede apreciar, el mandato de restauración es claro, estas cuatro leyes no son avances civilizatorios sino derivas marxistas que colectivizan la infancia y derivas deconstructivas que destruyen certezas fundacionales que van directamente contra la familia. El próximo gobierno tendrá la tarea de restaurar la primacía parental, rescatar la infancia de la experimentación ideológica y devolver a los niños su derecho fundamental: crecer protegidos de agendas adultas, madurar sin manipulación estatal que expropie la potestad de crianza de sus padres, y desarrollarse en familias soberanas. La tarea no es reformar estas leyes, sino derogarlas completamente y reconstruir un marco jurídico que honre la verdadera naturaleza de la infancia: vulnerable, necesitada de guía adulta responsable y merecedora de inocencia.