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El Agotamiento del Liberalismo

El Agotamiento del Liberalismo

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Para muchos el concepto de liberalismo puede sonar muy atrayente, llamativo y también esperanzador, pero la verdad es que mirando su despliegue en la revolución francesa cuando eclosiona definitivamente para occidente, ya nos augura un mal presagio en términos de su finalidad (libertad para ser libres, un fin más que un medio “para”) y también de las distintas almas con las cuales cuenta, entre ellas las más temibles, como es la izquierda radical; prueba de ello tenemos la enorme cantidad de asesinatos cometidos en nombre de la libertad en esa toma de bastilla y los dias posteriores al 4 de julio de 1789 francés.

En Chile, a mi modo de entender, más bien no ha encarnado ni creo que lo haga, este sentimiento angustioso con tinte económico, como fue en el caso de Argentina con el nombramiento de Javier Milei como presidente para que la liberara de la opresión kirchnerista por años; no porque no tengamos problemas en este sentido, sino porque los comunistas que gobiernan nuestro país se encargan día a día de no asfixiar “tanto” los hogares, han aprendido y lo dejaron anotado en su manual de lecciones de Historia (para seguir convenciendo a los ignorantes y los desadaptados de todas las épocas).  Son países vecinos pero parte de experimentos neocomunistas distintos. Chile cuenta todavía con aceptables (por la ciudadanía) estándares económicos, es cosa de mirar los indicadores como el PIB, el IMACEC, las tasas de desempleo que no revisten una preocupación a nivel nacional al menos por el momento, aunque está estancado el crecimiento y esto es la clave para ver cómo asoman los síntomas de malas tendencias, muchas a la baja, en temas de inversión y creación de empleo privado; estos han tenido un frenazo importante en los últimos dos años en la administración socio-comunista de Gabriel Boric.

Si hay algo indesmentible en el país cada vez que somos desafiados tanto por la naturaleza como por los procesos forzosos que genera la izquierda, es la presencia permanente de los rasgos conservadores y de amor hacia lo nacional, muy arraigados a lo largo del territorio, en ese Chile “profundo”, que a su vez está muy decepcionado de lo que ha significado los procesos liberales donde todo se ha encarecido y privatizado exageradamente en muchos sectores (la salud y la educación son un buen ejemplo) y se ha olvidado la importancia del acervo cultural, de lo tradicional (frase típica para hablar de que culturalmente nos hemos quedado atrás, leemos poco y valoramos escasamente el arte, la literatura y otras expresiones de este tipo) y se encaminan a soluciones preponderantemente economicistas. Todo ello fue aprovechado y puesto con acelerantes en la insurrección provocada por la izquierda radical de octubre de 2019, haciéndola pasar por malestar ciudadano.

Mientras tanto en el mundo, particularmente en Europa, crecientes olas de inmigración descontrolada, a países que están perdiendo su soberanía en materias jurídicas, viendo sus poderes ejecutivos locales debilitados en su fuerza mandatada por los ciudadanos que los eligieron, todo ello consecuencia de este globalismo avasallador, siguen estandarizando el modelo sobre los países que tocan, despojándolos de sus identidades para quedar reducidos a escombros, por culpa de este flagelo que intentan imponer los burócratas progresistas de la Union Europea. Sin embargo podemos apreciar algunos ejemplos dignos de destacar, con una respuesta contundente en todas sus intervenciones, son los casos de los gobiernos de la Hungría de Víctor Orban (el proyecto politico de derecha más exitoso de este primer cuarto de siglo), le sigue uno más reciente en la Italia de Georgia Meloni, en Polonia el proceso que teníamos también hasta hace menos de un año con el presidente Andrej Duda, donde se defendía a los connacionales frente a esta retórica globalista que moteja de antieuropeo todo intento por salvaguardar la identidad nacional, hoy debilitado por el nuevo primer ministro liberal pro agenda 2030 y de inclinación globalista. Son cada dia más los paises decididos a fortalecer esta visión, vemos a Suecia que despues de muchos años de “Estado de Bienestar” socialdemócrata que quebró las arcas fiscarles y trajo niveles de inseguridad nunca antes registrados, o Dinamarca que ha impuesto fuertes medidas antiinmigratorias para frenar la delincuencia protagonizada mayoritariamente por un segmento de inmigrantes irregulares o con livianos estandares de elección. Este fenómeno ya empieza a extenderse por paises de Europa del Este y cristalizar en movimientos importante de Europa Central y Sur.

Todo lo anterior no está ajeno para el mainstream de medios, como podran imaginar, y son puestos en el banquillo de acusados de manera enérgica tidados de “extrema derecha”, incluso destinan cuantiosas sumas de dinero en universidades e institutos para “investigarlos”.

La izquierda no se contento con eso, siempre buscará más excusas para culpar a quienes quieren defender sus fuentes de trabajo, sus negocios y su esfuerzo, tal es el caso que vimos a principios de este año, en las legitimas protestas de los agricultores de gran parte de Europa, que reclamaron ante el avance de la agenda verde izquierdista, que imponía restricciones en el uso del agua para cultivo, otras medidas de caracter medioambiental como el uso de tierra cultivable a “características no productivas”, y reducir el uso de fertilizantes en al menos un 20%, todas cuestiones que restan enormemente competitividad respecto de producciones venidas desde afuera de la UE (por ejemplo de Ucrania). Acciones típicas del progresismo y respaldadas por el llamado liberalismo de derecha, que promueve pasar por encima de las jurisdicciones locales y detienen industrias completas.

En Latinoamérica lidiamos con esto, por supuesto, y además con asuntos tanto peores como crimen organizado de carteles de droga,  la creciente corrupción que se esparce en las instituciones públicas, todos verdaderos cánceres que se revitalizan en gobiernos socialistas empobrecedores y que no promueven el emprendimiento ni la superación de los individuos, mucho menos podemos pedirles que sean ordenados, honestos y eficientes en aplicar mejoras en los servicios del estado en materias de políticas públicas, ni tampoco que sean consecuentes a la hora de informar a la ciudadanía. A esta catástrofe se suma que ESTA derecha, la liberal, está en pésimas condiciones doctrinarias y que es cosa de ver cómo en momentos electorales ni siquiera tiene candidatos que puedan hacerle el peso a los jóvenes revolucionarios instalados en las alcaldías (Vodanovic, Ripamonti, Sharp y Hassler, todos apellidos muy chilenos como puede ver) solo por nombrar algunos. 

Para que usted contemple la inacción de este lado, algunos ingenieros electorales y personeros de la oposición recurren a algunos moribundos ex concertacionistas que convenientemente se han ido corriendo a la derecha como es el caso de Ximena Rincón, que después de disfrutar la bonanza de la DC de los años 90 ha visto con impotencia su evidente expulsión de cualquier coalición a manos de la nueva izquierda (proceso animado, por cierto, por el PC), no le queda más que arrimarse a los incautos de siempre, y por otro lado tenemos el alma actual de la Democracia Cristiana, hoy ya totalmente tomada por la izquierda, donde fieles representantes como Claudio Orrego (ahora gobernador de la RM), que incluso pide las bendiciones de Michelle Bachelet para postularse a la reelección en el cargo.

Usted se preguntará ¿Qué se espera entonces que hagamos los ciudadanos? Creo que sería muy bueno partir por dejar esa postura buenista pero a la vez poco sincera (en la conversación íntima sacan a relucir sus más honestas palabras de dureza), para dar paso a comprender de una vez por todas, que todo lo que suene a derechos humanos y esa retórica lastimera y grisácea, no es más que parte de la estrategia de la izquierda por debilitar la convicción de las personas y hacerlas dudar de manera constante. Comenzar una decidida acción a defender los valores tradicionales, la familia, la libertad de culto, todo ello amerita imperiosamente volcarnos a la recuperación cívica de los derechos fundamentales, en donde toda esa inmensa mayoría honesta trabajadora, que se esfuerza por salir adelante, participa de conceptos como el respeto mutuo, la libertad de expresión, que nos haga mantener una democracia sana y plena, capaz de organizarse y de proteger el camino avanzado en la obtención de mejores y mayores oportunidades en sus condiciones de vida en general, brindando mejores ciudadanos para el país que se proyecta al futuro de manera más sólida y firme con los desafíos que nos esperan.

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